Las personas que más se suicidan son los hombres, aunque las mujeres son las que más lo intentan sin éxito. En el 40% de los países se registran más de 15 suicidios por cada 100.000 hombres y solo el 1,5% tiene una tasa superior entre las mujeres. Así lo ha documentado la Organización Mundial de la Salud en su último informe sobre este flagelo que se cobra la vida de una persona cada 40 segundos.
Solo en Estados Unidos, la tasa de intentos de suicidio entre mujeres adultas es 1,2 veces mayor que la de los hombres, pero los hombres logran la muerte de manera más eficiente porque utilizan métodos más violentos.
Entonces, por ejemplo, en Australia, los hombres tienen tres veces más probabilidades de morir por suicidio; 3,5 veces en Estados Unidos y más de cuatro veces en Rusia y Argentina.
Uno de los factores de riesgo más relevantes es la falta de comunicación, pues si la mujer aprende desde temprana edad a ser más afectiva y expresiva; A los hombres se les dice que sean fuertes y que no muestren sus sentimientos. Desde pequeños condicionamos a los niños a no expresar sus emociones porque representa “un signo de debilidad”. Los problemas económicos, las crisis de identidad y los sentimientos de aislamiento son otros factores que llevan a los hombres al suicidio.
Pero hay otra interpretación que va a los roles de género y el estigma que enfatiza que el hombre no es escuchado cuando finalmente pide ayuda porque su vulnerabilidad no es creíble o solo motivo de burla. .
Según el analista de narrativa de género y autor del libro “Deshumanizando al hombre”, Daniel Jiménez, no todos los suicidios obedecen a la misma causa, pero tampoco se puede negar que existen condiciones que aumentan la probabilidad de cometerlo. “Sabemos por ejemplo que la tasa de suicidios de los hombres tras el divorcio es ocho veces superior a la de las mujeres en las mismas circunstancias”. Jiménez asevera que en este caso es poca la compasión que despiertan los hombres divorciados en la narrativa de género, que al igual que otros hombres continúa haciéndolos verse como seres opresores que merecen la oportunidad que han encontrado.
La analista expresa que “en la actualidad, la sociedad no parece preparada para quitarse la venda y extender a los hombres la misma compasión que muestra a las mujeres. Sin embargo, empezar a hablar de ello es el primer paso de un largo camino por recorrer. »
De acuerdo con Ana Gabriela García Fernández, consejera en la unidad de psicología del Consejo Ciudadano de México, solo entre el 1% y el 2% de quienes intentan suicidarse lo hacen después de los primeros tres meses posteriores a la crisis emocional, cuando todos creen que el peligro ha pasado. pasó; y solo entre un 10% y un 20% lo hará en algún momento de su vida. Por lo tanto, es importante observar a la persona.
Para ambos sexos, estos son los principales factores de riesgo:
Violencia doméstica, abuso sexual, depresión, ansiedad, uso/abuso de sustancias, acoso escolar, duelo, enfermedades terminales, series de televisión en las que aparecen suicidios ficticios/desafíos en internet, familiares con antecedentes de suicidio, cambios de conducta en el estado de mente. Lanzar indirectas o amenazar directamente con suicidarse. Se queja de ser una mala persona o sentirse insoportable. Tiene un bajo nivel de autoestima: negativa a elogiar o premiar. Proporciona los bienes más valiosos a los demás. Exhibe una preocupación persistente por buscar, tener y compartir música, pensamientos de personas, imágenes o comunidades virtuales que aluden a la muerte o la idea del suicidio Presencia de notas suicidas de agradecimiento, despedida, disculpa e ira.
Cómo ayudar a alguien en riesgo:
Toma lo que dices en serio. Escuche con genuino interés y trate con respeto. Explique que hay alternativas disponibles. No prometer confidencialidad. Busque ayuda de sus seres queridos y personas cercanas o importantes. Tomar medidas prácticas: eliminar o controlar todos los elementos que puedan presentar un riesgo. Asegúrese de que la persona en cuestión permanezca acompañada. Contacta a un profesional de la psicología o especialista en el tema. La prevención más eficaz es la identificación y el tratamiento tempranos. Las emociones y los sentimientos nos envían señales constantes que no siempre escuchamos