“Es hora de evolucionar e ir más allá del ideal masculino, todo determinación y nada de corazón. Es tiempo también de evolucionar y superar el ideal del hombre cálido, sensible y amoroso, todo corazón y sin determinación. El corazón y la determinación deben unirse en un mismo hombre, para luego profundizar en la expresión del amor y la conciencia más plena posible, lo que requiere una relajación profunda en la apertura infinita del momento presente. Así lo expresa el libro de David Deida en su libro El Camino del Hombre Superior.
Y a partir de ahí, podemos destacar algunas de las características que arrojan luz sobre cómo es una identidad masculina sana y qué aspectos debe tener en cuenta. El diálogo siempre está abierto. Según el experto colombiano César Moya, estas son algunas de las características fundamentales de una masculinidad sana.
Valoro lo femenino.
Es habitual que la identidad masculina trate de formarse negándose a identificarse con lo que consideradas femeninas y, por tanto, los hombres mantienen a lo largo de su vida una lucha contra las características femeninas que puedan existir en sí mismos, con el fin de preservar su masculinidad. La identidad masculina saludable debe aprender a apreciar e interiorizar lo femenino. Tienes que perder el miedo de mantener tu identidad con la madre, y reconocer que en un principio tu identidad era femenina, dada la relación, una especie de simbiosis, que te unía a aquella; y no debe aprender la identidad masculina rechazando la femenina que fue forjada por su madre. Una identidad masculina sana debe desligarse de los estereotipos negativos que se han femenino para despreciarlo.
Asume los roles de acuerdo al contexto.
La convivencia social a lo largo de la historia ha prescrito roles diferentes para hombres y mujeres. Si un hombre cumple las funciones que la sociedad ha estereotipado como propias de la mujer, su masculinidad se pone en entredicho. La identidad masculina sana desarrollará funciones en función de las necesidades del contexto y no de los estereotipos impuestos por la sociedad patriarcal. Siendo así, un hombre puede desarrollar roles socialmente asignados a las mujeres y viceversa, muchas mujeres desarrollarán roles socialmente asignados a los hombres. Por lo tanto, la masculinidad no se trata de cumplir o no cumplir ciertos roles. Consiste en ejercer roles que, de acuerdo con las necesidades del contexto cultural, tiendan a generar relaciones de equidad y justicia.
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Excelente contenido.